Es un hombre amable, de hablar bajito, tranquilo, en contraposición de su enorme embergadura.
Tiene sus ojos contentos. Deduzco que la vida ha sido generosa con él. Él ha sido y sigue siendo un hombre de trabajo, el esfuerzo es su amigo.
Es un ejemplo para aquellos que la edad es sinónimo de falta de energías, falta de proyectos.
Este hombre sigue trabajando, se sigue esforzando, muchos dirán que ya no tiene para qué hacerlo, pero ahí está, dispuesto siempre a ensuciar sus endurecidas manos, a palpar dónde está el clavo que arruinó el neumático, lo que es casi un encuentro intuitivo, que acusa la cantidad de años que lleva ejerciendo su oficio.
Este es Don Arturo Hott.