La acuarela me permite llegar al color, llegar a la transparencia y tratar desde allí plasmar lo que a mis ojos cautiva.
El agua dibuja,el pigmento da vida.
Es magia, es un instante congelado en la retina.

Arturo Hott

Don Arturo vino desde Río Bueno, pero ya más de cincuenta años en este pueblo lo hace un Llanquihuano sin discusión.
Es un hombre amable, de hablar bajito, tranquilo, en contraposición de su enorme embergadura.
Tiene sus ojos contentos. Deduzco que la vida ha sido generosa con él. Él ha sido y sigue siendo un hombre de trabajo, el esfuerzo es su amigo.
Es un ejemplo para aquellos que la edad es sinónimo de falta de energías, falta de proyectos.
Este hombre sigue trabajando, se sigue esforzando, muchos dirán que ya no tiene para qué hacerlo, pero ahí está, dispuesto siempre a ensuciar sus endurecidas manos, a palpar dónde está el clavo que arruinó el neumático, lo que es casi un encuentro intuitivo, que acusa la cantidad de años que lleva ejerciendo su oficio.
Este es Don Arturo Hott.
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La Vulca del Viejito Hott

Llegó a este taller luego del terremoto de 1960. Compró la propiedad y construyó al lado se casa. No hay en Llanquihue quién no conozca a este hombre, oriundo de Río Bueno, siempre en la región de Los Lagos.
Su taller es la amalgama perfecta de la luz total y la oscuridad permanente. Con olor a caucho, polvo y pegamento, creo que no tiene rincón que no cuente historias. Cuando lo conocí, me impactó la vitalidad y el oficio que tiene a pesar de sus años. Es un trabajo duro. Muy duro.Me impresionó saber que son los neumáticos de camiones los que habitualmente tiene, no sólo que cargar, sino desmontar, arreglar y volver a poner.
Este es el taller del viejito Hott, un hombre admirable, un oficio tan necesario como no tomado en cuenta, hasta que se nos cruza un clavo en el camino.
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El Choi

El Choi lleva más de 20 años cuidando y acomodando autos frente a la carnicería de los Mödinger.
Es un personaje Llanquihuano, no hay quién no lo conozca, por su atención, por su disciplina, y sus historias, desde el terremoto hasta de cuando fue bombero.
Este es José Vera Zúñiga. El Choi.

Fileteando el Salmón.

En una de las riveras del Río Maullín, justo donde nace en el Lago Llanquihue se encuentra la caleta, lugar que los pescadores han hecho suyo, en su diaria aventura de ir tras el preciado Salmón. . Se les ve, caído el ocaso, arreglar sus redes, sus botes, su comida, la que hará más llevadera la noche, muchas con lluvia, otras con heladas, otras mansas y estrelladas, pero las que más con el eterno viento compañero, que traiciona, que les impacienta el alma, al que desafían y el que les surca el rostro de vuelta, del que saben gusta cobrar vidas en sus noches majaderas, para llevarlos consigo junto a la quietud de la mañana que despierta.
Es aquí donde se les ve llegar temprano por la mañana, y con la alegría de una jornada terminada se les vemos fileteando el salmón. Con la sonrisa de la satisfacción y el cansancio lo venden a todos los que esperamos en la rivera, sin reparar acaso de lo que costó el que llegara a nuestras manos.

El Cuchara



Este es el Cuchara. Pescador Llanquihuano, con el rostro curtido de sol y pesca.
Hombre orgulloso, llano, de fácil risa, de manos hinchadas de frío y escamas de salmón.
Este es Sergio González.