La acuarela me permite llegar al color, llegar a la transparencia y tratar desde allí plasmar lo que a mis ojos cautiva.
El agua dibuja,el pigmento da vida.
Es magia, es un instante congelado en la retina.

Lechando.

Lechar, el término que se usa para referirse a la ordeña, es una labor anónima, pero imprescindible. Don Juanito "lecha" todos los días del año, sin descanso, a las cinco y media de la mañana, y luego a las cuatro de la tarde. Sus manos grandes, sus brazos siempre colorados, producto del eterno trabajo de agua caliente y agua helada. No importa el frío, no importa si es soleado, es una labor que se hace noblemente en silencio.
Después vendrá el camión de recolección de la lechera, que la llevará a la industria para seguir con la cadena de producción.
Yo voy todas las semanas a comprar leche donde Don Juanito, siempre me recibe contento, siempre sonriendo y hasta hay días en que me permite que observe y aprenda de su importante oficio.

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